Después del snorkel (ver entrada anterior), fuimos a ver qué otros bichejos podían verse fuera del agua.
Nos íbamos a meter dentro de esa gruta que se ve en la siguiente foto:
Dejábamos atrás las oscuras aguas del snorkel anterior.
Las paredes de roca de Punta Vicente Roca están pobladas de pájaros vigilantes de la comida que pueda haber en el agua.
Por ejemplo este piquero o alcatraz de Nazca (Sula granti) de patas grises, ojos amarillos y cuerpo fundamentalmente blanco (hasta ahora habíamos visto sobre todo, piqueros de patas azules).
Abundaban los gaviotines cabeza blanca (Anous stolidus galapagensis). Esos que se ponían nerviosas y un poco agresivos con nuestra presencia en el agua:
Por fin nos aproximamos a la cueva:
En sus paredes, muchos de los pájaros vistos, se apostaban a la espera de zambullirse en agua, que era una sorpredente sopa repleta de pequeños peces. Es decir, un estupendo festín, como demostraban con su constante trasiego en el agua.
Y las vistas hacia afuera del constante tráfico de pájaros alimentándose.
Salimos de la cueva para continuar recorriendo la pared de roca, en busca de más animalillos.
Algunos pelícanos e iguanas descansaban en este saliente de rocas:
Y en esta zona de la costa, los piqueros hacían sus increíbles acrobacias dejándose caer en el agua como flechas:
Algunas fotos del método de caza de los piqueros:
Un poco más adelante, apareció entre las rocas (detrás del pelícano de la foto, a la izquierda de dos iguanas tomando el sol), un león marino de dos pelos (Arctophoca australis), mucho más peludo que los leones marinos que habíamos visto hasta ahora. Llamado así porque tiene dos capas de pelo de distintos grosores (motivo por el que fue cazado son saña en otros tiempos).
Y luego, hizo aparición el esquivo (o más bien escaso, puede que queden solo unos 1500 ejemplares) y pequeño pingüino de Galápagos (Spheniscus mendiculus). Es la segunda especie de pingüimos más pequeña, la más septentrional, y la que, a diferencia del resto de sus congéneres, no vive en grandes grupos, sino en pareja (aunque nosotros siempre los vimos solos).

Sobrevive en
esta zona, gracias a las frías corrientes de agua que pasan por
Galápagos, esenciales para que el alimento abunde. Para adaptarse, han reducido su corpulencia y plumaje, procuran buscar las zonas umbrías (e incluso proyectan su propia sombra sobre las patas para evitar que se quemen con el sol). Muchas veces jadean y mantienen sus alas estiradas para airearse y bajar su temperatura. Y solo se reproducen si el agua es suficientemente fría como para proporcionarles el sustento necesario.
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