sábado, 22 de agosto de 2020

Viaje a la Patagonia II: Parque Patagonia y Cochrane (9/12/2017)

Así amanecía entre los lagos General Carrera (o Chelenko, en idioma tehuelche), Bertrand y el pequeño lago Negro. Este último a la vista desde nuestra cabaña (1):



Ese día intentaríamos ir a Puerto Mármol, en Bahía Mansa, para hacer la navegación a las Cuevas/Capillas de Mármol. Pero el día fue tornándose demasiado ventoso y desapacible para echarse al lago.


En el camino, postales de ese lago turquesa cuyos tonos varían tan rápido, como se mueven las nubes en el cielo permanentemente cambiante.


Sobre el puente General Carrera, que pasa sobre la unión de los lagos General Carrera y Bertrand (2).

 Las aguas azules del deshielo del lago General Carrera.

Algunas de las islas del lago también llamado Chelenko.

Al llegar a Puerto Mármol, la navegación estaba cerrada. Demasiado viento, que puede hacer peligrosa la salida en barca (única forma de llegar a las formaciones rocosas de las Capillas de Mármol) a las aguas muy frías de este lago (entre 4 y 6 grados en diciembre, mes de primavera/verano austral).

Reciclado y aprovechamiento ornamental de neumático en Puerto Mármol.


Así que iniciamos el regreso y cambio de planes. 

La costa en acantilado que se ve a la izquierda, con grandes rocas como islas flotantes, forman las Cuevas/Capillas de Mármol.


Un zoom sobre la zona que se visita en barcas (si el tiempo lo permite).

Y así, continuamos bordeando el lago de regreso hacia el sur.


Vistas de una playa en el lago. Detrás de ella la pequeña laguna Trapial (3).

Las sombras de las nubes sobre las aguas del lago.

Uno de los múltiples arroyos que desaguan en el lago Chelenko (4).

Y, por el camino de ripio, alguno de los solitarios habitantes permanentes de estas latitudes. Un "baqueano" con su poncho andino y su boina vasca. Imagen típica de estas tierras.

Y aquí caballos pastando.



Las azules aguas del río El Canal procedentes del deshielo de glaciares del Campo de Hielo Norte, tras el Cordón Contreras (muralla de montañas que limita por oriente al Campo de Hielo Norte), casi en su desembocadura en el lago Chelenko (5).

Los ríos y esteros forman meandros y deltas bordeados de flores de lupines

 En esta foto aérea obtenida desde el avión en un viaje anterior a Torres del Paine, pueden verse los ríos El León (más grande, a la izquierda) y El Canal (más chico, a la derecha), desembocando en el lago.

Vuelta a pasar sobre el puente General Carrera (2), bajo el que, el lago General Carrera vierte en el Bertrand.

Vistas hacia el lago Bertrand y los glaciares del Cordón Contreras. Lugar elegido por muchos pescadores, algunos de ellos venidos de muy lejos expresamente para pescar en estas aguas (truchas arcoiris, percas,...).

Un poco más cercana, la unión de los lagos.

Más adelante en la ruta, el Mirador Tres Lagos (6). En primer plano el lago Negro, detrás el lago General Carrera/Chelenko. A la izquierda del obervador (pero no a la vista), quedaría el lago Bertrand.
Aún no entiendo por qué se llama "Mirador Tres Lagos".


Nuestro cambio de planes, incluía ir hacia el sur, hacia el llamado Parque Patagonia, actualmente, parque binacional, ya que abarca tierras de Chile y Argentina, a ambos lados de la cordillera andina. Evidentemente (debido a su enorme extensión) nos tendríamos que conformar solo con llegar al comienzo del parque, en el precioso valle de río Chacabuco.


A orillas del lago Bertrand (7).


El color de los lagos de esta zona, se debe a la cantidad de oxígeno contenida en el agua del deshielo de los glaciares del Campo de Hielo Norte que vierten hacia el lado oriental del mismo. En concreto, además, en el lago Bertrand, desagua otra laguna glaciar llamada lago Plomo (nombre que hace honor a su color inverosímil). 
 

Del increíble color de las aguas de ambas, nace río Baker.

Todo este entramado de glaciares, lagunas y ríos pudimos verlo desde el aire en otro víaje al sur de Chile (hacia Torres del Paine), del que he recuperado algunas imágenes aéreas en las que ahora identifico todos estos lugares.

Lupines en flor a lo largo del camino.

A partir de ahí, las aguas turquesas del río Baker (8):



Es el río más caudaloso de Chile, con un caudal medio de 900 m3 por segundo.


Nace en la laguna Bertrand, y recorre 175 kilómetros hasta desembocar en el Pacífico, junto a la población de Caleta Tortel.

 Imagen de satélite de la desembocadura del río Baker en el oceáno Pacífico, donde se encuentra la localidad chilena llamada Caleta Tortel.



A partir de aquí, el río Baker recibe las aportaciones de otros ríos, como el río Nef o el río Chacabuco:

Confluencia del río Baker y el río Nef, que llegaría por la izquierda (9).

Al fondo, lo que creo son los cerros Arco (2992 msnm) y Morro Solo (1219 msnm).

Estas tierras fueron habitadas por el pueblo originario llamado Tehuelche, a veces conocidos como "los mapuches del sur" (y aún había otros pueblos más meridionales).

Las azules aguas del río Baker.


Los tehuelches se movieron por estas latitudes de Chile (y Argentina) con cierta tranquilidad incluso después de la llegada de los europeos al continente. El pueblo mapuche (sus vecinos al norte) se encargaban de bloquear, con pertinaz resistencia, la llegada del hombre blanco a las tierras más meridionales.

 Cacique Chumjaluwün, último cacique tehuelche fallecido en 1905 en una reserva próxima a Punta Arenas después de haber sufrido un contagio de viruela tras viajar a la capital, Santiago, para reclamar la posibilidad de vivir en sus tierras.


Pero a partir de los siglos XVIII-XIX, la llegada de exploradores y colonos occidentales fue inexorable. El frío clima extremo de la zona, y los vientos constantes solo daban lugar a la explotación ganadera, que fue lo que fundamentalmente se llevó a cabo. Y aún más en este valle amplio, en el que las montañas que lo bordean quedan lejanas, y el pasto crece fuerte alimentado por las aguas de sus ríos y esteros.


Así, desde 1904, bajo arrendamiento del gobierno chileno, se comienza la crianza de miles de cabezas de ganado ovino y bovino (por la Baker Company y Lucas Bridges), que, gracias a la orientación este-oeste del valle podían moverse entre tierras argentinas y chilenas. El ganado foráneo, traído de Europa, desplazaba a las especies salvajes autóctonas, como guanacos y huemules (una especie de ciervo andino), y todas de las que de ellas dependían.

 Huemul.


En 1964, una reforma agraría llevada a cabo por el (otro) gobierno de Chile, liquida el contrato con la Compañía Baker, y divide el terreno en parcelas para familias locales.


En 1974 (con otro gobierno), los terrenos son expropiados a los locales, y arrendados a la familia belga Smet, que explota las tierras con 30000 cabezas de ganado ovino y bovino, por más de veinte años.

Continuamos hasta encontrar el desvío a la entrada del parque. En el mismo camino que lleva a la frontera con Argentina. El llamado "Paso (Rodolfo) Roballos".

Confluencia del río Chacabuco con el río Baker (10).
A partir de esa confluencia, seguimos el recorrido del río Chacabuco y su valle, en el que se encuentra la entrada al Parque Patagonia.
Así que abandonamos la ruta 7 (o Carretera Austral) para tomar la ruta X-83.

En ese tiempo las tierras se llenan de cercas, y se agotan, tras veinte años de uso ganadero intensivo (y no siempre rentable). Los animales autóctonos, guanacos, huemules, vizcachas, ñandúes, y sus depredadores: pumas, zorros, gatos, se vieron desplazados hasta casi desaparecer.

A estas alturas del valle, los guanacos pastan libres como en una sabana.

Pero en 1995, pasa por aquí, el antes exitoso empresario, y entonces conservacionista estadounidense Douglas Tompkins y su mujer Kristine McDivitt, que, prendados por los paisajes, comienzan a planear la creación de grandes parques protegidos en las tierras que recorrían. 

Entrada al Parque Patagonia (11).

Sobre Douglas Tompkins ya escribí en la entrada relativa al Parque Pumalín, que visitamos en octubre de 2016. Tompkins visitó por primera vez la Patagonia en los años 60, quedando prendado de ella (volvió varias veces para practicar deportes de riesgo). Después comenzo su etapa empresarial, amasando una buena fortuna en las compañías de ropa The North Face (guiño a su escalada al patagónico monte Chaltén o Fitz Roy), Patagonia (en la que trabajaba su futura esposa Kristine McDivitt) y Espirit.


 Junto al restaurante de la administración del parque, algunas de las avionetas con las que Tompkins se desplazaba.

Pero parece que la verdadera vocación de Tompkins era la conservación y la ecología, por lo que vendió su parte de esas empresas y dedicó su fortuna a comprar miles de hectáreas de tierras en Chile y Argentina con la intención de liberarlas de su explotación agrícola o ganadera, eliminar cercas y animales foráneos, y recuperar la fauna y flora autóctona, con la intención de que pudieran reproducirse y moverse libremente.


El objetivo de la adquisición de estas tierras era la creación de reservas protegidas, que la Fundación Tompkins (Tompkins Conservation)  legaría (como se ha ido haciendo), a sus respectivos gobiernos nacionales con el compromiso de que estos los conserven, protejan y potencien a partir de entonces.

A la izquierda sea el avión Husky perferido de Tompkins.

La idea es que estas tierras se convirtieran en una fuente de riqueza, no solo natural, sino también proporcionando ingresos a las comunidades locales, sustanciados en el turismo y la producción ecológica y sustentable de productos locales, y sus manufacturas.

Desde el restaurante del parque: avionetas y guanacos.

Así ocurrió con estas tierras de la Estancia Valle Chacabuco (69000 hectáreas), que la familia ganadera belga Smet, vendió en 2004, ya agotadas tras veinte años de explotación, a la Fundación Tompkins. Desde entonces, se adquirieron más tierras adyacentes, hasta alcanzar las 80937 hectáreas.

 Ejemplo de recuperación de suelos y paisaje.

En el interior del restaurante.

Pero Douglas Tompkins murió a los 72 años, de hipotermia, al caer de su kayak en el lago General Carrera, en diciembre de 2015. Así que el proceso de compra, y recuperación de las tierras, que llevó a cabo durante alrededor de veinticinco años, lo está continuando su viuda, Kristine, con la cesión de las tierras, ya recuperadas, a los gobiernos nacionales de Chile y Argentina. Así, por ejemplo, en 2017, el Parque Pumalín y el Parque Patagonia fueron cedidos al gobierno de Chile, que es ahora quien los gestiona.

Firma de la cesión de 407625 hectáreas al estado chileno (Presidenta Bachelet y Kristine Tompkins).

Guanacos en libertad, en su particular "sabana americana".


Por si acaso, alguien peinsa que no le cunde el tiempo lo suficiente..., para cuando Tompkins falleció en 2015, ya (además de fundar y vender varias compañías por muchos dólares) había adquirido tierras en Chile para formar los parques de Pumalín (289.081 hectáreas, en la Región de Los Lagos), Corcovado (293.986 hectáreas, en la Región de Los Lagos), Yendegaia (150.612 hectáreas, en la Región de Magallanes), Melimoyu (5.734 hectáreas, en la Región de Aysén), Isla Magdalena (2.166 hectáreas, en la Región de Aysén), El Cañi, (524 hectáreas, en la Región de la Aracaunía), Alacalufes (26.620 hectáreas,en la Región de Magallanes), Patagonia (80.000 hectáreas, en la Región de Aysén) y en Argentina, para los parques Iberá (138.140 hectáreas, en la Provincia de Corrientes), El Impenetrable (128.000 hectáreas, Provincia del Chaco), El Piñalito (3.764 hectáreas, Provincia de Misiones) y El Rincón-Perito Moreno (15.000 hectáreas, en la Provincia de Santa Cruz). 

Foto aérea del Parque Yendaiga en Chile.

Puesto que la tarea continua con sus fundaciones, los datos anteriores, posiblemente tengan que ser actualmente ampliados, además de incluir futuros parques marinos.

Algunas de las casas destinadas a alojamientos turísticos. Además hay zonas dedicadas a huertos ecológicos (que proveen en parte al restaurante) y paneles solares para abastecimiento de energía.

La importancia del Parque Patagonia radica no solo en las particularidades que le confiere su paisaje, restos arqueológicos y petroglifos, flora, y fauna. También su enorme extensión, al ser un parque que abarca tierras de dos países, y en que, en la parte chilena, esté situado justo entre dos reservas nacionales ya existentes (Tamango y Jeinimeni, con las que suma 292183 hectáreas), generando un corredor de tierras protegidas que permiten la proliferación de flora y la circulación de la fauna autóctonas en libertad, sin precedentes en la zona. De hecho, el conjunto de estas tierras protegidas es solo un poco menor que el norteamericano Parque Yellowstone.

Mapa de la Fundación CLT (Conservation Land Trust) de Tompkins Conservation


Todo ello unido a la belleza de los paisajes que le rodean, ríos, lagos, montañas, glaciares y campos de hielo, y a los otros de parques que se concentran en la región (Cerro Castillo y Laguna San Rafael).

 Los otros parque próximos al
Parque Patagonia.


En diciembre de 2015, Douglas Tompkins se sumó, junto a otros colobadores y amigos, a una travesía en kayak desde Puerto Sánchez (46 habitantes) a Puerto Ibáñez (800 habitantes), de más de 80 kilómetros de agua y remos, en la parte chilena del lago que alberga las Capillas de Mármol. Todo iba bien, hasta que en el tercer día de recorrido, las condiciones climáticas cambiaron de forma drástica, y el viento y las olas hicieron imposible la navegación, empujando los botes hacia el centro del lago, y golpeándolos con tremendas olas de hasta 80 centímetros, en un agua a 5ºC.


Una de esas olas llenó de agua y volcó el kayak donde viajaba Tompkins junto con un compañero (iban en barcas dobles). Ante la imposibilidad de dar la vuelta a la barca, vaciarla, subir a ella y maniobrarla, y sabiendo que a esa temperatura, sus cuerpos solo aguantarían media hora en el frío, decidieron intentar nadar hacia una orilla. En ese trayecto fueron socorridos por sus otros compañeros de viaje que entre las olas y las condiciones climáticas, andaban separados y desmadejados por el lago. Pero fue imposible subir a Tompkins a la barca, de forma que, como pudieron, llegaron a la orilla, donde una hora más tarde, un helicóptero los llevó al hospital de Coyhaique donde Tompkins, ingresó con 16ºC de temperatura corporal.

Al fondo pasta una manada de guanacos.

Aunque se realizaron las maniobras pertinentes para devolver temperatura al cuerpo, finalmente Tompkins falleció. A pesar de que era un avezado kayakista y conocía al dedillo todas estas tierras y sus peligros, ya que las había recorrido, escalado, navegado y sobrevolado lo indecible, pasando mil trances.


Aquí está enterrado Douglas Tompkins, en el pequeño cementerio que hay en este acceso al Parque Patagonia, en mitad del valle Chacabuco. Muy cerca pastan los guanacos. Pasan libres en manadas, y curiosos, observan al observador, desde un altozano.


De Tompkins se han dicho muchas cosas, en una tierra, con razones, suspicaz con los especuladores y los "aprovechadores". Se dijo de él que era un yanki al servicio de quién sabe quién, que compraba las tierras a bajísimo precio para que dejaran de ser propiedad chilena o argentina. Pero este tipo, con dinero para hacer lo que quería, dijo que se hartó de desmentirlo y se limitó, ajeno a todo, a cumplir sus propósitos, y hasta ahora, demostrar que sus intenciones eran  las que anunciaba. De hecho, sus hijas eran conocedoras de que la fortuna de su padre estaba en estas tierras, y ellas no iban a ser las herederas (aún así parace que han litigado por ello). Según declaraciones del porpio Tompkins: "mis hijas hace 35 años que saben que yo no creo en las herencias. Tener dinero sin esfuerzo no sirve: malogra a los hijos, les anula su capacidad y potencial. Crecí en una familia con riqueza, con vecinos y amigos que tenían dinero y he visto lo mal que hacen las herencias.".


Las tierras que compró, limpias de cercas, recuperadas, pasan a ser gestionadas por los gobiernos de los países en los que están, de los que esperamos que también cumplan su compromiso de conservarlas.
 

Y este, no es más que un ejemplo de las rencillas, suspicacias, sospechas, peleas, dudas y especulaciones, fundadas o infundadas, reales o interesadas, que asolan esta parte del planeta: las posibles represas o embalses de estos ríos prístinos para crear fuentes de energía, y con ellas, la inundación de estos valles maravillosos, la minería que acecha en la cordillera, la eliminación o no de estancias ganaderas, el increíble potencial de agua dulce de estos lagos y glaciares y su posible rapiña por parte de lobbies internacionales, que han entendido que esta es la verdadera futura riqueza. 


Con todas estas tribulaciones rondándonos la cabeza, abandonamos el Parque Patagonia que apenas habíamos intuido (las posibilidades de caminatas, paisajes, escaladas, y exploraciones varias en él, son infinitas).



Y así, desihicimos el camino para ir hacia Cochrane (3500 habitantes), la población más próxima, para reponer combustible (bocado de realidad).
 


De vuelta a la confluencia de los ríos Chacabuco y Baker (10).


En el camino hacia Cochrane (13), con el río Baker a la derecha. Al fondo, a la izquierda, las montañas del Cordón Esmeralda.


 En Cochrane (12), población fundada en 1954, nos recibió este cartelito, tan "del oeste (sur)americano".  

Al regreso (los caminos siempre cambian, dependiendo de si vas o vienes), el paisaje, volvió a sorprendernos:



Al fondo, las nevadas cumbres del Cordón Contreras.


El río Baker en la ruta 7 de vuelta de Cochrane.


De regreso a la confluencia de los ríos Nef y el Baker (9) con la luz de la tarde.

Antes de llegar a nuestro alojamiento, nos detuvimos en la pequeña población (67 habitantes) de Puerto Bertrand (14) y su pequeño embarcadero, en el final del lago Bertrand y el nacimiento del río Baker.



Y de nuevo en el Mirador Tres Lagos con la luz de la tarde:


Cuando llegamos a nuestra cabaña, el sol ya estaba bajo. Hacía sombras alargadas, bajo las que los caiquenes (una especie de avutarda o ganso sudamericano austral) pastaban a sus anchas.