Salí del Convento de San Francisco paseando por las calles aledañas a la Plaza Mayor o Plaza de Armas de Lima (lugar en el que se fundó la ciudad, el 18 de enero de 1535, con trazado en damero, según las Ordenanzas para la fundación de ciudades en el nuevo mundo, del rey Carlos I):
Paseando por la calle Jirón Carabaya, hacia la plaza. A la izquierda de la imagen formando una de las esquinas de la plaza (en amarillo con balcón en madera oscura), está la llamada Casa del Oidor, la edificación más antigua que queda en Lima (de finales del siglo XVI). Llamada así, pues la habitaban asesores de los virreyes, que también debían atender las quejas de pueblo, y los magistrados que resolvieran los problemas de la comunidad. Desde sus balcones, podían observarse (sin ser vistos) los acontecimientos de la plaza (corridas de toros, fiestas, mercados, algaradas...).
Ya en la plaza, vista de los balcones del Palacio Arzobispal, de edificación reciente (1924):
En una imagen antigua (del fotógrafo francés radicado en Lima Eugenio Courret*), puede verse el Palacio Arzobispal sede del Cabildo de Lima en 1860, con una tienda-almacén a pie de calle (!). Y a la izquierda, en la esquina, pueden identificarse los balcones de la Casa del Oidor:
Seguí callejeando hasta la azulada Casa de Osambela o Casa de Oquendo (1803-1808) en la calle Jirón Conde de la Superunda. Su última propiertaria (de ascendencia vasca) fue la pintora peruana María Rebeca Oquendo (casada con el chileno Joaquín Subercaseux):
El problema es que la estrechez de la calle no permite tomar fotos con la necesaria perspectiva.
Quería llegar hasta la Plaza de San Martín, y observar ese equívoco del que me habían hablado entre el diseñador del monumento al general José de San Martín, y el artífice, con eso de "aquí quiero que pongas una llama":
Según me contaron, uno se refería a una "llama de fuego" y el otro entendió una "llama animal" (lo más lógico por estos lares):
Pero leo que la plaza fue diseñada por el arquitecto español-peruano Manuel Piqueras Cotolí (1885-1937), y el monumento ecuestre de San Martín (de 16 metros de altura con el pedestal), por el gran escultor español-valenciano Mariano Benlliure (1862-1947) que según dice wikipedia:
"(Benlliure) no regateó ornamentos que demostraran la peruanidad de la obra. Así, en el estilo modernista imperante en la época introdujo el lema “La Nación al General D. José de San Martín”, en inscripción portada por una estatua femenina, una alegoría del Perú, como queda de manifiesto por una pequeña llama que la corona, y con las ramas del árbol de la quina que alza en sus manos. Sobre ella se presentan dos bellos desnudos femeninos de larguísima melena que representan a la gloria y a la fama respectivamente, con cornucopias, que junto a la llama y la quina forman parte esencial del escudo del Perú".
Así que el equívoco no era tal: la llama tenía que estar ahí y ser animal.
También se dice de la estatua (hay que pensar que José de San Martín, de nacimiento argentino, pero de abuelos palentinos, había vivido y se había educado en España, incluso luchó (y destacó militarmente) en el lado español en guerras como la de la Independencia (contra Francia), pero finalmente, en América, fue el máximo artífice de las independencias de Argentina, Chile y Perú (el mayor y más arraigado bastión español en Sudameríca)):
"San Martín no se muestra en actitud bélica, como en tantas otras representaciones, sino ensimismado, concentrado en sus pensamientos, pero sin perder un ápice de marcialidad ni de dignidad. Merece comentario la postura del caballo. En toda su trayectoria, Benlliure destacó por su enorme conocimiento sobre toros y caballos, en los que se había especializado y esculpía con gran precisión y plasticidad. Dominaba la expresión y el movimiento, lo que implica una perfecta representación de la postura y de las masas musculares. Pues bien, en esta escultura concreta, la posición del caballo resulta contradictoria; mientras el tren delantero avanza con potencia y esfuerzo, el tren posterior frena y retiene el paso. Como todos los grandes artistas, Benlliure era metódico. Todos sus detalles conllevan un mensaje, no siempre fácilmente interpretable. En este caso posiblemente la postura del caballo es coherente con la actitud reflexiva del general. Probablemente avanza sumido en las dudas: cree ciegamente en su propósito liberador, pero mantiene un debate interno consigo mismo. Al fin y al cabo se está rebelando contra lo que fue su propia patria, por nacimiento y cultura. La patria de sus mayores, por la que él mismo había luchado contra el francés en tierras iberas."
Mi idea inical (entre tanto pajareo) era llegar al que ahora se llama Centro Cultural San Marcos o La Casona de San Marcos, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1988.
Fuente Wikipedia: https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=12091737
El edificio fue inicialmente un centro de noviciado jesuita, que empezó a construirse en 1605.
Hasta 1767, en que pasó a ser una especie de residencia de estudiantes de la Universidad de San Marcos, llamándose Real Convictorio de San Carlos, al que no podían acceder "los que no tuviesen limpieza de Sangre, buena crianza y costumbre".
Patio de Derecho.
Con el tiempo y el abandono, el complejo, pasó también por ser cuartel, almacén y ruina:
Patio de Derecho.
Patio de Letras.
En
1989 estuvo a punto de ser demolido (!), pero un acuerdo de cooperación
entre España y Perú, consiguió llevar a cabo su restauración,
convirtiéndolo en uno de los
edificios coloniales mejor conservados en Lima:
Patio de Letras.
Actualmente funciona como centro cultural y de investigación, en el que se realizan exposiciones, cursos, espectáculos y actos institucionales:
Patio de Ciencias.
Fuente Wikipedia: De Kanon6917 - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=8401644
Patio de Ciencias.
El Salón de Grados (al que no pude acceder):
Fuente Wikipedia: De Kanon6996 - Trabajo propio, CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=14716613
Este fue el periplo del día:
* Eugenio Cuorret fue un fotografo francés que desarrolló parte de su labor en Lima. Cuando, en 1935, su estudio quebró, contaba con 150.000 negativos de vidrio que formaron parte del pago como liquidación a sus trabajadores. Entre ellos estuvo la famillia Rengifo que conservó unos 54.000, donados en 1987 a la Biblioteca Nacional de Perú (BNP) para su resguardo.
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