Rano Raraku es el volcán situado al este de Pascua, próximo a la costa, considerado "la cantera" en la que se esculpían los moáis que luego eran llevados a cualquier parte de la isla, a través de una red de caminos llamada "camino de los moáis":
Ya desde lejos pueden verse las laderas del volcán llenas de pequeñas rocas entre el pasto, que anuncian lo que uno va a encontrarse:
El volcán Rano Raraku, con los moáis que salpican la ladera.
Las laderas de este volcán están formadas por ceniza volcánica compactada, llamada toba, que los antiguos isleños tallaban usando toscas herramientas de basalto (más duro que la toba), llamadas "tokis".
La zona era llamada originalmente Maunga Eo o "cerro perfumado", debido a la existencia en el lugar de una planta aromática.
Es un lugar asombroso, en el que quedan 397 moáis abandonados en diferentes fases de tallado (tanto en las laderas interiores como exteriores de la zona sur del volcán), pero muchos de ellos prácticamente acabados (a excepción de la oquedad de los ojos) y puestos en pie, aunque actualmente cubiertos hasta el pecho o el cuello por la tierra que se ha ido acumulando con el paso del tiempo.
Una vez que se entra en la cantera, el camino de la izquierda conduce, por una hendidura, al interior del volcán. Se llega a una laguna de agua dulce, que cubre el cráter de 650 metros de diámetro. Es una laguna de entre cinco y siete metros de profundidad, con juncos y plantas como la totora (aquella con la que los incas del lago Titicaca construían sus barcas), y desde la que pueden verse las laderas que caen hacia la laguna, con unas cuantas decenas de moáis abandonados.
Las cabezas de los moáis sobresaliendo entre el pasto de las laderas.
A la derecha de la foto puede observarse una cabeza de moái en la que se realiza la excavación que describe este enlace.
Detalle de las cabezas de moái.
En esta laguna, durante la festividad más importante de la Isla, la Tapati, los participantes realizan pruebas de nado y remo sobre un flotador de totora, y carreras cargados de racimos de plátanos.
Si al llegar al volcán, se toma el camino de la derecha, se realiza un recorrido impresionante, rodeando el exterior sur del volcán, paseando entre moáis abandonados en todas las formas posibles: erguidos, inclinados, tumbados, tallados, rotos, sobretallados, esbozados, aún unidos a la piedra por la espalda...
Los dos moáis más representativos que aparecen en las portadas de muchas guías de viajes.
Este es uno de los moáis excavados por el noruego Thor Heyerdahl, para tratar de determinar su grado de acabado y altura (más o menos la cabeza suele ser un tercio de la altura total):
Los
moáis semienterrados han conservado, bajo tierra, los detalles y el color amarillento de
la toba original.
Imagen de dos moáis desenterrados distintos (izquierda, el de Thor Heyerdahl en la ladera exterior sur, y el de la derecha, en la ladera interior sur del volcán).
Paseando por
Rano Raraku, uno se pregunta, ¿por qué los abandonaron?, ¿por qué tantos al mismo tiempo?, ¿eran descartes?, ¿era esto una especie de
expositor de moáis (claramente se tallaban muchos a la vez) y los que quedaron enteros no gustaron a ninguna tribu para
llevarlos a sus plataformas?
Moái boca abajo con la cabeza partida.
Detalle de los experimentos de los escultores sobre los moáis descartados: se talló un moái completo sobre la cabeza de un moái descartado.
Moái con uno de los primeros barcos europeos del siglo XVIII, tallado en el torso, descubierto en una de las exploraciones de Heyerdahl.
Por toda la roca parecen verse narices, ojos, barbillas...
Moái super estilizado.
El moái más largo tallado en la cantera: veintiún metros (!).
El incremento en el tamaño de los moáis fue posiblemente una de las causas de su ocaso, ya que cada vez eran más difíciles de manejar y poner en pie, a lo que había que añadir la, cada vez mayor, falta de recursos vegetales (troncos y cuerdas) para transportarlos o ponerlos en pie.
Progresión en el tamaño de los moáis.
Moáis en fases iniciales de talla:

Los moáis se esculpían boca arriba: nariz, boca, torso, brazos,... Después el moái se separaba de la roca por la espalda, por la llamada "quilla". Entonces, el moái se dejaba deslizar por la ladera para que cayera en los fosos excavados en la tierra que ayudaban a que el moái quedara de pie. Allí se les tallaban los detalles de la espalda (tatuajes, taparrabos,...). Después, los elegidos se transportaban hacia los lugares en los que serían puestos en pie.
Imagen aérea de moáis tallados en la piedra del volcán.
Recreación del tallado por los rapa nui.
Herramienta de basalto (toki) utilizada para esculpir.
Moáis aún unidos a la roca por la quilla.
Al final del camino que recorre la ladera sur exterior del volcán, se llega hasta el extraño, y distinto moái arrodillado (llamado Tukuturi), desenterrado por Thor Heyerdahl en sus investigaciones de 1955. Es un moái del
que ni los isleños conocían su existencia y por el que quedaron muy
sorprendidos. Un moái más pequeño, con rasgos más redondeados, con lo
que parece una pequeña barba, piernas flexionadas y las manos
posadas sobre ellas, con una forma totalmente distinta a los demás. Se
especula con que fuera un moái tardío, o por el contrario, uno de los primeros,
o incluso que fuera solo una representación de un escultor.
Desde el lugar donde está este moái arrodillado, puede verse en la lejanía la
plataforma Ahu Tongariki, la de los quince moáis, con el volcán Poike al
fondo (ver entrada anterior).
Al fondo de la foto puede apreciarse la bahía de Ahu Tongariki o de los quince moáis.
Como datos prácticos: la entrada a Rano Raraku sólo es posible hasta las 18h, aunque una vez dentro se permite estar hasta las 21h (por lo menos en diciembre de 2016/enero 2017). A la salida pueden pedirte revisar las fotos hechas para asegurarse de que no se han tocado los moáis.
Como novedad de 2016, con el precio de una entrada al Parque Nacional que es la Isla de Pascua, sólo se permite una visita a Rano Raraku (anteriormente las visitas no estaban limitadas). Al entrar te ponen un sello en el pase (con el que controlan que ya has pasado la única vez permitida). Para los coleccionistas puede ser uno de los tres sellos que te puedes llevar de la isla en el pasaporte (los otros dos, en el volcán Rano Kau y en la oficina de correos de la población Hanga Roa):