Hay un par de casonas coloniales que destacan en el centro histórico de Arequipa.
Una de ellas es la Casa del Moral, llamada así por el árbol que hay plantado en el centro del típico patio al que se accede al entrar, y del que parten todas las demás estancias.
Fachada de la Casa del Moral en la calle del Moral.
Tiene una enorme fachada (aunque la construcción original era más extensa), que hace esquina con las calles del Moral (a la que da su puerta principal) y la calle Bolívar.
La construcción actual data de 1735-1740, pero parece que originalmente, el solar y sus primera edificación pertenecieron al consquistador de origen segoviano Diego Peralta Cabeza de Vaca (1510-1581) que participó junto con los Pizarro en la guerra contra los Almagro. Aunque a lo largo de sus muchas peripecias por estas tierras se enemistó con los primeros. Finalmente murió en Arequipa, ciudad de la que fue alcalde.

El caso es que en algún momento de la historia (y a pesar de que la descendencia de Diego Peralta fue numerosa, con al menos dieciocho hijos), el solar pasó a ser parte del Convento de la Merced.
Pero en la década de 1720, el inmueble es adquirido por el descendiente de uno de los fundadores de la ciudad de Arequipa (Miguel Cornejo): Bernardo Cornejo y Calderón (que fue alcalde del cabildo de la ciudad como muchos de esta saga de los Cornejo), que casó con Rosa Bustamante y Benavides. Al enviudar, esta mujer volvió a casarse en 1733 o 1734, con Manuel de Santos de San Pedro y Ortiz de Ocampo, nacido en Valladolid, que fue general de los ejércitos del Rey de España, caballero de la Orden de Calatrava (1751), corregidor y justicia mayor de Arequipa y luego de Abancay en el Perú, alcalde del Cabildo de Arequipa y posteriormente comerciante de vinos y aguardientes del Potosí, La Plata y Cuzco, dempeño con el que amasó una fortuna considerable.
A él corresponde la mayor parte de la construcción y aspecto actual del edificio, así como el escudo de armas que adorna la portada prinicipal de la Casa de Moral. Entre elementos florales (como cantutas, la flor nacional del Perú) y adornos propios de la pictografía de las cercanas Nazca y Paracas, se encuentra el blasón con el gallo y las llaves que representan al apellido Santos de San Pedro y el león rampante que corresponde al apellido Ortiz de Ocampo.
El único hijo del primer matrimonio de Rosa Bustamante y Bernardo Cornejo, Miguel Bernardo Cornejo y Bustamante, no fue el heredero del inmueble ya que falleció antes que su madre, y además había perdido el juicio tras un accidente, creyéndose a veces el Apostol Santiago y a veces el criollo arequipeño obispo Cavero. Iba por las calles de Arequipa, ora dando bendiciones con una llave, ora lanzando maldiciones a quienes le escuchaban. Finalmente fue encerrado bajo cepo en alguna de las estancias de su propia Casa del Moral.
Así que la casa pasó a heredarla el nieto de Rosa Bustamante (e hijo de Miguel Bernardo Cornejo), Mariano Cornejo Valcarcel, que era presbítero. Desde entonces, la casa fue heredada por diversos miembros de la rama de Rosa Bustamante, hasta 1833, que fue vendida al hacendado y minero, Melchor Pacheco Alatrista.
A pesar de estar construida en una sola altura y con gruesos muros de piedra volcánica, como todas las antiguas construcciones arequipeñas, la Casa del Moral ha sufrido históricamente daños debido a los terremotos. Principalmente en los de 1784 y 1868. En un expediente del Archivo Regional de Arequipa de 1871, se dice que la portada principal se hallaba inclinada hacia la calle y que diversas bóvedas y algunos muros de sillar, estaban hundidos.

En 1940, la propiedad es dividida, y buena parte de la huerta y corrales (situados al fondo del inmueble) son adquiridos por la Compañía de Bomberos de Arequipa. En 1948, la casa fue comprada por el ingeniero de minas británico Arthur Howell Williams y su esposa Bárbara Kirtz, que la reparan y restauran (la casa había pasado por ser herrería, huerto, caballeriza, almacén, cochera,...).
Posteriormente, la casa pasó a manos de sucesivos bancos (Industrial en 1975,
Bancosur 1994, Santander 1997), hasta llegar a ser propiedad del Banco
de Crédito del Perú en 2003. Por esta razón, algunas salas de la Casa del Moral están dedicadas a la historia de los bancos y emisiones de billetes peruanos.

El caso es que en algún momento de la historia (y a pesar de que la descendencia de Diego Peralta fue numerosa, con al menos dieciocho hijos), el solar pasó a ser parte del Convento de la Merced.
Su portada tallada en la piedra blanca volcánica, es considerada una de las más bonitas de los edificios civiles arequipeños.
Pero en la década de 1720, el inmueble es adquirido por el descendiente de uno de los fundadores de la ciudad de Arequipa (Miguel Cornejo): Bernardo Cornejo y Calderón (que fue alcalde del cabildo de la ciudad como muchos de esta saga de los Cornejo), que casó con Rosa Bustamante y Benavides. Al enviudar, esta mujer volvió a casarse en 1733 o 1734, con Manuel de Santos de San Pedro y Ortiz de Ocampo, nacido en Valladolid, que fue general de los ejércitos del Rey de España, caballero de la Orden de Calatrava (1751), corregidor y justicia mayor de Arequipa y luego de Abancay en el Perú, alcalde del Cabildo de Arequipa y posteriormente comerciante de vinos y aguardientes del Potosí, La Plata y Cuzco, dempeño con el que amasó una fortuna considerable.
A él corresponde la mayor parte de la construcción y aspecto actual del edificio, así como el escudo de armas que adorna la portada prinicipal de la Casa de Moral. Entre elementos florales (como cantutas, la flor nacional del Perú) y adornos propios de la pictografía de las cercanas Nazca y Paracas, se encuentra el blasón con el gallo y las llaves que representan al apellido Santos de San Pedro y el león rampante que corresponde al apellido Ortiz de Ocampo.
Heráldica castellana y adornos arequipeños conformando esa mezcla barroca tan curiosa.
El único hijo del primer matrimonio de Rosa Bustamante y Bernardo Cornejo, Miguel Bernardo Cornejo y Bustamante, no fue el heredero del inmueble ya que falleció antes que su madre, y además había perdido el juicio tras un accidente, creyéndose a veces el Apostol Santiago y a veces el criollo arequipeño obispo Cavero. Iba por las calles de Arequipa, ora dando bendiciones con una llave, ora lanzando maldiciones a quienes le escuchaban. Finalmente fue encerrado bajo cepo en alguna de las estancias de su propia Casa del Moral.
Documento del Archivo Arzobispal de Arequipa en el que se relata la demencia de Miguel Bernardo Cornejo y Bustamante.
Así que la casa pasó a heredarla el nieto de Rosa Bustamante (e hijo de Miguel Bernardo Cornejo), Mariano Cornejo Valcarcel, que era presbítero. Desde entonces, la casa fue heredada por diversos miembros de la rama de Rosa Bustamante, hasta 1833, que fue vendida al hacendado y minero, Melchor Pacheco Alatrista.
Aldaba en la puerta de la Casa del Moral.
A pesar de estar construida en una sola altura y con gruesos muros de piedra volcánica, como todas las antiguas construcciones arequipeñas, la Casa del Moral ha sufrido históricamente daños debido a los terremotos. Principalmente en los de 1784 y 1868. En un expediente del Archivo Regional de Arequipa de 1871, se dice que la portada principal se hallaba inclinada hacia la calle y que diversas bóvedas y algunos muros de sillar, estaban hundidos.

Inmenso y soleado patio de la Casa del Moral (por el árbol de moras plantado en el centro; hoy, por lo canijo y venido a menos, parece que es un descendiente del original, cuyo tronco seco permanece) desde el que se accede a todas las estancias.
En 1940, la propiedad es dividida, y buena parte de la huerta y corrales (situados al fondo del inmueble) son adquiridos por la Compañía de Bomberos de Arequipa. En 1948, la casa fue comprada por el ingeniero de minas británico Arthur Howell Williams y su esposa Bárbara Kirtz, que la reparan y restauran (la casa había pasado por ser herrería, huerto, caballeriza, almacén, cochera,...).
Placa homenaje a Bárbara Kirtz (esposa de Arthur Howell Williams) compradores y restauradores del inmueble.
Durante el recorrido (libre) se visitan las estancias de la casa con su mobiliario y cuadros coloniales, dando la impresión de haber quedado congelada en el tiempo.
Sala de recepción de la casa.
Virgen-montaña tan del gusto cuzqueño (las montañas o apus eran sagradas para los pueblos originarios, así que con ese modo de representarla, se ganaban adeptos).
Tapa de cuero labrado de un arcón.
Cualquier objeto de madera está primorosa y barrocamente labrado.
Representación de San Isidro.
Salón-comedor.
Habitación de los mapas.
Dormitorio.
Pintura cuzqueña (El Triunfo de la Eucaristía)
También desde el patio principal, o desde las habitaciones interiores, se accede a lo que queda del huerto y los patios traseros:
Donde se pueden encontrar esas escaleras que, como en el Convento de Santa Catalina, hoy, no parecen llevar a ningún sitio.
Espacios para los antiguos carruajes.
Desde la hermosa Casa del Moral, se llega rápido a la siguiente casona colonial: la Casa Tristán del Pozo.
Antes me detuve a contemplar los preciosos y minuciosos tejidos de las artesanas tejedoras de estas tierras, en el patio-tienda de la calle del Moral con la calle Santa Catalina:
Desde allí, hacia la calle San Francisco, donde está la siguiente casona colonial, perteneciente históricamente a poderosas familias arequipeñas, y hoy, a otro banco (como la Casa del Moral): la Casa de Tristán del Pozo:
Otra fachada en barroco mestizo típica del periodo virreinal.
Ventanas que acompañan al portón en la fachada:
A pesar de ser arquitectura propiamente civil, todos los trabajos en la piedra tienen referencias religiosas.
Fue construida por el gaditano (nacido en 1714) y corregidor de Arequipa, Domingo Carlos Tristán del Pozo y su esposa Ana María Carazas, en 1738. Otros famoso propietario de la casa fue su nieto y virrey del Perú Juan Pío Camilo Tristán y Moscoso (1773-1859), cuyo hermano Mariano Tristán y Moscoso, fue el padre de la escritora Flora Tristán (que se llegó a alojar temporalmente en el Convento de Santa Catalina mientras tramitaba la herencia de su padre, que no la reconocía como hija), a la sazón abuela del pintor Paul Gauguin.
Vertebrada
por dos patios interiores desde los que se distribuyen las estancias de
la casa, en el primero de esos patios puede verse la fecha de
construcción de la misma: 1738.
A diferencia de la Casa del Moral, la Casa de Tristán del Pozo, no está amueblada. Las estancias, abovedadas para hacerlas más resistentes a los terremotos, se dedican actualmente a exposiciones, bajo el auspicio del Banco BBVA Continental, propietario actual del inmueble.
Y así, con estas últimas visitas nos despedimos de Arequipa, "la ciudad blanca".
Desde el aeropuerto, no quedaba más que echar un último vistazo a los volcanes que enmarcan la cara norte de la ciudad:
Volcán Misti a pie de pista.
Volcan Chachani, ya en el aire.
Aunque aún desde el aire, aún quedaba alguna sorpresa:
El volcán Ampato, donde, en 1995, fue encontrada
"Juanita, la niña de los hielos" (ver entrada que habla de ella)
El complejo estratovolcánico llamado Coropuna (6425 msnm), el volcán más alto del Perú.
Y la laguna Parinacochas, al pie del volcán Sara Sara donde fue encontrada "Sarita" (ver entrada sobre ella)