Como comentaba en la entrada anterior (petroglifos de Yerbas Buenas), la carretera (B-207) para llegar a esta zona, los petroglifos y Valle del Arco Iris, está bien cuidada y asfaltada (aunque no señalizada, curioso) salvo en su tramo final, en el que hay que vadear a veces arroyos del Río Salado, y pasar por tramos de camino en basante mal estado. Y para que el conductor no se aburra, se cruzan por el sendero, burros, patos y otros animalejos que son los que están en su medio.
El Valle del Arco Iris se llama así por los colores inusitados que tienen las vetas de roca que forman los montes de esta zona. Abundan los ocres, rojizos, blancos y lo que le hace característico: los verdes a veces azulados.
El color verde en las rocas es señal inequívoca de presencia de cobre en estado oxidado. Y es aquí donde radican mis sospechas. Temo que haya tanto cobre en esta zona, que la buena carretera que llega casi hasta aquí sea el preludio de la explotación minera de este valle, y por tanto de su destrucción. Además da que pensar que no se cobre nada por entrar en él y que no haya ni siquiera una caseta de guarda (como ocurre en el resto de lugares a los que fuimos).
Lo visitamos muy rápido (teníamos que coger un avión a continuación), y por la tarde (probablemente los colores sean más intensos con la luz de la mañana), así que las fotos están tomadas con rapidez y de solo una parte del Valle, que desde el satélite parece ser mucho más extenso.
Con esta visita, que recomendaría a todo el que vaya a Atacama, finalizamos nuestro viaje. Me recordó (aunque en Chile seguramente más modesto), a un lugar que está en el norte de China y que también llaman el Valle del Arco Iris o Zhangye Danxia:
Pues seria una pena que lo explotasen….pero el ser humano es codicioso.
ResponderEliminarPrecioso el desierto, muy sorprendente.
Besetes